Los cadáveres de los niños yacen en una fosa larga y estrecha cavada en la tierra fría de Mariupol, con el sonido constante de bombardeos de fondo. Está Kirill, de 18 meses, quien no sobrevivió a heridas de metralla en la cabeza. También Iliya, un chico de 16 años a quien una explosión durante un partido de futbol en una escuela le voló las piernas. Hay una pequeña de no más de seis años en pijama, quien fue una de las primeras niñas fallecidas por los bombardeos rusos en esta región.
La destrucción en Mariupol, bajo asedio ruso desde hace 16 días, es “colosal” y se calcula que 80% de las viviendas han quedado destruidas, mientras 30 mil personas han logrado abandonar la ciudad los dos últimos días con su propio transporte, de acuerdo con el ayuntamiento.
Los ucranianos que han podido huir de ahí afirman que se trata de un verdadero “infierno” en la Tierra.
Mientras las fuerzas rusas atacan la ciudad, familias cuentan que tuvieron que derretir nieve para beber agua mientras escaseaba la comida y no había suministro eléctrico.
De acuerdo con la BBC, en diferentes sitios de la ciudad hay escondidas unas 400 mil personas. La medicina escasea. “Algunos desarrollaron sepsis por los trozos de metralla en su cuerpo”, dijo a la cadena británica Anastasiya Ponomareva, una maestra de 39 años, sobre un refugio en el que estaban hacinadas cientos de personas, que casi no tenían para comer.
La situación es desesperada y una muestra de la devastación que la invasión rusa está dejando en el país. Mariupol está rodeada de soldados rusos, que lentamente exprimen toda la vida de la urbe a fuerza de bombardeos.