Con el rostro demacrado por el cansancio, Piotr Wloch escruta la corriente del Óder desde el lado polaco de este río fronterizo con Alemania que arrastró toneladas de peces muertos por la contaminación. Sus barcas para turistas yacen ahí, inmóviles y vacías.
Después de que esa contaminación de origen aún desconocido destruyera la vida fluvial, su pequeña empresa de paseos en barco, situada en Cigacice, cerca de Zielona Gora (oeste), ha visto cómo sus reservas caían un 90%, como la actividad de numerosos empresarios de la región.
“Solamente ahora me doy cuenta de la magnitud de lo que ha ocurrido” declara a la AFP. “Ayer, dormí todo el día, porque estaba deprimido, incapaz de moverme”, relata.
300 toneladas de peces muertos
En el pequeño puerto turístico de Cigacice, bomberos en canoa neumática siguen recogiendo peces muertos, mientras los empleados de los servicios de protección del medioambiente extraen muestras de agua para analizarla.
El olor de pez muerto es intenso. Entre 200 y 300 kilos de peces han sido sacados en Cigacice durante estos dos últimos días, sobre un total de 300 toneladas en el Óder desde principios de agosto, según las autoridades polacas y alemanas.