Mucho antes que Batman o Ironman llegaran al cine, los héroes de la ficción solían ser mucho más humanos, como Rambo o Rocky. Y después de haberse convertido en una verdadera leyenda de Hollywood, Sylvester Stallone protagoniza (y produce) otra leyenda de los cómics, como el superhéroe Samaritan, que vive como una persona normal en el anonimato, hasta que lo descubre un joven admirador.
¿Cómo fue filmar con Javon Walton, un adolescente de 13 años sin experiencia, tantas escenas de acción?
Traté de intimidarlo lo más que pude, lo asusté para que se olvidara la letra y no pareciera mejor que yo como actor (risas). No, de verdad fue todo lo contrario. Traté que estuviera relajado porque sé que soy mucho más grande también. Hacía muchas bromas, todo el tiempo y el padre también estaba ahí, donde los dos nos burlábamos cuando la cámara no filmaba, para que Javon estuviera cómodo.
¿Es cierto que eligió personalmente a Pilou Asbæk para el villano luego de verlo en Games of Thrones?
Sí. Ser el bueno de la película es fácil, pero ser villano es complejo, porque puede salirte muy mal si exageras demasiado. Cuando nadie te cree, dejaste de ser una amenaza. Como Mr. T o Drago, por ejemplo, ellos irradiaban el pánico de no querer estar al lado de ellos. Y lo mismo fue cuando vi a Pilou Asbæk en Games of Thrones. Tiene algo muy especial en los ojos. Tiene algo que da realmente un miedo muy inteligente.
Sylvester Stallone entró al mundo de superhéroes, fuera del universo de Marvel o DC Comics, con Samaritan, en la que es un superhéroe que supuestamente había muerto 25 años atrás, en manos de su rival. Ahora, ese superhéroe se niega a utilizar los superpoderes, escondido detrás del anonimato y una historia que se desarrolla entre la acción y el suspenso de la leyenda entre el personaje Némesis y el mismísimo Samaritan.
¿Cómo fue que lo convencieron para entrar al mundo de los superhéroes?
Me gustó la idea de la gente que básicamente es buena, que se puede cuidar sola y va más allá del sistema de honor que a veces es contraproducente. Me gustó el planteo de buscar la forma de evitar la violencia, el evento del miedo donde a veces en el cine hay siempre un personaje místico, donde haces que el héroe desaparezca, pero después necesitas que vuelva. Y en este caso en particular, el héroe tiene algo tan personal que no puede enfrentar los hechos.
Por eso es que desaparece en la historia, asumiendo el trabajo más anónimo del mundo, como un basurero. Nadie le presta atención a gente así, pero sin ellos, estaríamos en problemas. Es una de las metáforas que también me gustó.
Afectado por la pandemia, en un principio los estudios MGM habían programado el estreno de Samaritan para noviembre de 2020, para ser reprogramado después en junio de 2021. Pero con la venta de MGM volvió a quedar en suspenso, hasta que Amazon Prime se convirtió en el nuevo dueño que estrenó la cinta.
A la hora de las comparaciones del universo de Marvel y DC Comics, ¿cuál es la diferencia con Samaritan que no se ve entre las historias más conocidas de superhéroes?
Tanto Marvel con DC Comics han conseguido tremendos logros al empujar los límites del universo al máximo. Crearon todo lo que se pueda llegar a imaginar. Pero yo también siento que no hay nada más identificable que te lleve un auto en algún callejón o alguna sombra te persiga.
Eso es lo que tratamos de hacer con Samaritan, buscar peligros que le puedan pasar a cualquiera, sin ser de otro universo, algo que puedas ver en la calle, como para mantener la guardia. Es lo que le digo siempre a mis hijas: la vida no te da tres oportunidades como el beisbol, hay que mirar atrás todo el tiempo, hay que tener cuidado. Y es lo que traté de agregar en la historia, el peligro latente, algo real que no sea demasiado exagerado, solo un poco (risas).
¿Qué parte de la historia de Samaritan refleja más la realidad fuera de la ficción de los superhéroes?
Odio el sólo hecho que un jovencito me haga ver la realidad, tan seguido. Lo mejor que nos puede pasar es perder la memoria, porque hay cosas que no queremos recordar: los malos momentos, los errores.
Y en la historia, este jovencito me hace volver a recordar, volviendo a enfrentarme a quién era yo. No quiero pasar por algo que ya dejé atrás.
¿Y en el rol de productor, cómo es que eligió un director tan joven como el australiano Julius Avery?
Dirigí algunas cosas y a veces se siente como si te quitaran el hígado por la nariz conun tractor. No es para nada divertido. Es un trabajo muy duro, brutal. Y los jóvenes están hambrientos por un estilo de vida así. Es el momento en que la testosterona les brota por los poros de los oídos. En un estilo de cine como este, se necesita esa energía.
¿La mejor lección que le dejó el rodaje de Samaritan?
A mí me encanta la disciplina. Me recordó lo que me gusta de esos personajes que viven siempre al margen de la sociedad, pero quieren pertenecer. Es como volver a Rambo, un forastero que en realidad siempre quiso volver a casa y ser parte de la sociedad, aunque no sabe cómo hacerlo. Y esta vez, un jovencito revive la humanidad. Eso es lo que me llevo como lección: al final del día, la humanidad es siempre lo más importante.