Las refinerías estadounidenses ubicadas en la costa del Golfo de México han comenzado a rechazar los envíos de crudo mexicano debido a un exceso de agua en el petróleo, lo que está dificultando su refinación. Este rechazo está afectando significativamente los flujos de crudo hacia las refinerías de Texas y Luisiana, que tradicionalmente han dependido del petróleo mexicano, el cual ahora no es apto para producir productos refinados como gasolina y diésel.
Las refinerías, que en lugar de recibir el crudo mexicano, están recurriendo a fuentes alternativas como Colombia y Canadá, han expresado su frustración por el elevado contenido de agua en el crudo Maya, el principal crudo exportado por México. Este tipo de petróleo tiene hasta un 6% de agua, mucho más que el estándar de la industria. Por ejemplo, en un cargamento estándar de medio millón de barriles, hasta 30,000 barriles podrían ser agua, lo que equivale a una pérdida económica de aproximadamente 2 millones de dólares.
El aumento del contenido de agua en el crudo se ha convertido en un grave problema para las refinerías estadounidenses, que deben tratar el agua antes de procesar el crudo, lo que ralentiza el proceso de refinación y genera costos adicionales. Además, las refinerías deben desechar el agua que no se supone que esté en el petróleo.
Este problema se presenta en un contexto más amplio de dificultades económicas para Pemex, la empresa estatal mexicana, que enfrenta una deuda de 20 mil millones de dólares con proveedores de productos químicos y equipos necesarios para asegurar que su crudo sea apto para la refinación. Pemex también se encuentra con problemas en sus propias refinerías en México. La refinería Dos Bocas, que fue inaugurada recientemente, ha tenido que cerrar debido a estos problemas de calidad del crudo, lo que genera preocupaciones adicionales sobre la capacidad de Pemex para mantener un suministro de petróleo de calidad.
La situación también se ve agravada por el impacto de los aranceles y la caída en los flujos de crudo hacia Estados Unidos, que en el mes pasado se desplomaron hasta su nivel más bajo en 35 años. Como resultado, las refinerías estadounidenses se ven obligadas a buscar alternativas, lo que también está impulsando el precio de otras fuentes de crudo.
Por su parte, el gobierno mexicano ha reconocido los problemas de calidad en el crudo, atribuyéndolos al “mal tiempo”. La presidenta Claudia Sheinbaum mencionó que Pemex está trabajando en soluciones, como el uso de productos químicos para mejorar la calidad del crudo, pero la situación continúa siendo un desafío importante para la industria petrolera mexicana.
