Fue una marcha masiva, festiva, creativa y política, pero también estuvo marcada por la ira, la tristeza y la exigencia de justicia por aquellas que no están y por la incesante violencia que soportan nuestros cuerpos. Además, dejaron claro que en medio de la contienda electoral, las mujeres no somos botín político de nadie.
En la conmemoración del Día Internacional de la Mujer, la última del sexenio, y cuando por primera vez una mujer tiene altas posibilidad de ocupar la Presidencia, se declararon escépticas. No confiamos en las candidaturas ni en las que representan a la derecha extrema y a la oligarquía, pero tampoco en los proyectos barnizados de transformación que mantienen viejas estructuras políticas, militares y financieras, advirtieron.
A diferencia de otros años, las protagonistas no fueron quienes realizan destrozos y pintas en el mobiliario urbano, sino aquellas que exigieron justicia, igualdad, oportunidades y respecto a sus derechos.
Hubo baja presencia de mujeres policías, quienes portaron una flor amarilla y un moño naranja prendidos a su uniforme en señal de solidaridad con el movimiento. Incluso, se vivieron instantes de sororidad entre las activistas y las uniformadas, a quienes dieron dulces y flores.