Su nombre es Guadalupe, y le llaman Lupita. Tiene 26 años de edad. Y su ilusión es seguir viviendo para llegar a conocerse mejor. Y lo digo así, porque a pesar de no tener piernas ni brazos, no se limita para salir a la calle en una silla de ruedas. Cuando venía en el vientre de su madre, el doctor le diagnosticó una malformación en su cuerpo. Sin embargo, su madre decidió ver nacer a su hija, viniera como fuera. Y así ocurrió. La pequeña desde su nacimiento ha requerido de la ayuda de alguien para su alimentación. Han transcurrido más de 20 años y Lupita se muestra optimista y con deseos de haber sido como cualquier otra mujer. Ahora sale a la calle en busca de una ayuda.
Lamentablemente para ella, sus padres ya fallecieron y hoy se encuentra al cuidado de uno de sus hermanos. Su infancia la desarrolló en la colonia San Pablo. Y forma parte de cuatro hermanos, siendo la menor. Aunque su anhelo hubiera sido el de estudiar una profesión o realizar cualquier otra actividad, no lo ha podido hacer. Llegó a ir a la escuela y concluir su educación primaria. Ahora solo se conforma con ir y venir en su silla de ruedas y esperar el reto diario, poder comer para seguir con vida.