Los países necesitan mejorar las condiciones de trabajo y los ingresos de los trabajadores esenciales. A pesar de su contribución a la sociedad, su importancia en el funcionamiento diario de las economías y su papel esencial durante la pandemia de COVID-19, están infravalorados y tienen pésimas condiciones laborales que agravan la rotación de personal y la escasez de mano de obra, poniendo en peligro la prestación de servicios básicos, revela un nuevo informe de la Organización Internacional del Trabajo (OIT).
Los trabajadores esenciales pueden encontrarse en ocho grupos ocupacionales principales que abarcan la sanidad, los sistemas alimentarios, el comercio minorista, la seguridad, la limpieza y el saneamiento, el transporte, las ocupaciones manuales y técnicas y las administrativas.
Durante la crisis de COVID-19, sufrieron en general tasas de mortalidad más elevadas que los otros. Entre las distintas categorías, estas tasas variaron; por ejemplo, los empleados del sector del transporte tuvieron tasas de mortalidad más elevadas que los trabajadores sanitarios. Los resultados revelan la importancia de la seguridad y la salud en el trabajo, así como la presencia de una seguridad más alta en lugares de trabajo formales, con representación colectiva.
A nivel global, los trabajadores esenciales están sobrerrepresentados en el empleo de baja remuneración, alcanzando el 29% de los que están mal pagados (entendiendo por mal pagado un salario inferior a dos tercios del salario medio por hora).