Civiles palestinos que huyen del ataque israelí en el este de Rafah afirman que han sido sentenciados a muerte y aguardan la ejecución, mientras crece la presión internacional para que Israel acepte un acuerdo de alto el fuego en Gaza.
El lunes pasado, Israel ordenó una evacuación parcial de Rafah, antes de que tanques y efectivos irrumpieran y tomaran control del lado palestino del cruce de Rafah con Egipto. Los militares se han abierto paso hacia zonas del este de la ciudad fronteriza, la cual alberga a 1.4 millones de personas, la mayoría de las cuales son familias desplazadas de otras partes de la franja.
Funcionarios de Naciones Unidas declararon que la operación militar ha cortado las arterias críticas de la ayuda humanitaria hacia la zona sitiada, y que un ataque mayor podría conducir a un baño de sangre, pues los civiles no tienen hacia dónde dirigirse.
La decisión de avanzar hacia Rafah se produjo pocas horas después de que Israel rechazó un acuerdo de alto el fuego al que Hamas había accedido, lo que aumentó las presiones sobre las pláticas que se realizan en El Cairo.
El premier israelí, Benjamin Netanyahu, quien ha elogiado la ofensiva en Rafah como un paso muy significativo hacia la destrucción de Hamas, enfrenta crecientes demandas dentro y fuera de su país para que acepte poner un alto a los combates.