Israel llevó a cabo una serie de bombardeos contra Irán en las primeras horas del sábado, en respuesta a los ataques con misiles balísticos lanzados por la república islámica a su territorio a principios de octubre. Las explosiones se registraron principalmente en Teherán y sus alrededores, con el ejército iraní confirmando que los daños fueron limitados gracias a sus defensas aéreas.
El ataque, que Israel denominó “Días de Arrepentimiento”, involucró más de 100 aeronaves, incluyendo modernos cazas F-35, que atacaron objetivos estratégicos, como fábricas de misiles y drones. Según informes, el primer ministro Benjamin Netanyahu y el ministro de Defensa, Yoav Gallant, dirigieron la operación desde un búnker subterráneo, mientras el portavoz de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) advirtió sobre posibles represalias si Irán decidiera escalar el conflicto.
A pesar de las afirmaciones de Israel sobre el éxito de la misión, los medios iraníes reportaron que las explosiones no causaron daños significativos. Irán ha advertido que está preparado para responder a cualquier agresión, generando tensiones adicionales en la región.
El gobierno de Estados Unidos, aunque fue notificado de los ataques, no participó en la operación y ha instado a Irán a cesar sus hostilidades. La situación actual resalta la fragilidad del clima de seguridad en el Medio Oriente, donde cada ataque podría desencadenar una escalada mayor en el conflicto.