Civiles ucranianos clamaban por la posibilidad de salir del país, pero la intensa ofensiva rusa en el centro, norte y sur frustró nuevamente la creación de corredores humanitarios.
A pesar de que el presidente ruso Vladimir Putin rechazó en diálogo telefónico con su par francés, Emmanuel Macron, que esté atacando a civiles, las escenas en Mariupol mostraban escenas dramáticas muy distintas.
“El convoy de evacuación con la población local no pudo salir de Mariupol, una ciudad estratégica en el mar de Azov: los rusos comenzaron a reagrupar sus fuerzas y bombardearon intensamente la ciudad. Es extremadamente peligroso sacar a la gente —unos 200 mil civiles— en tales condiciones”, señaló la alcaldía de Mariupol en Telegram.
La Cruz Roja advirtió de “devastadoras escenas de sufrimiento humano”. Vadim Boitchenko, alcalde de Mariupol, indicó que esta localidad “ya no existe” y que hay miles de heridos. La caída de este puerto marcaría un punto de inflexión en la guerra porque permitiría a Rusia unir las tropas que avanzan desde la península de Crimea —anexada por Moscú en 2014— con las fuerzas que penetran el país desde el Donbás, en el este.
En Kiev, los barrios obreros de las afueras, como Bucha e Irpin, ya están en la línea de fuego: “Están bombardeando áreas residenciales, escuelas, iglesias, edificios, todo”, lamentó la contable Natalia Didenko. Voluntarios se preparaban para hacer explotar el último puente que queda en pie en el camino a Kiev para frenar el avance ruso. En Irpin, civiles que pretendían huir fueron sorprendidos por el bombardeo. Algunos afortunados lograban llegar a la carretera para abordar un autobús que los llevara a la estación de tren.