La espera valió la pena. Roger Waters saldó la cuenta con el público mexicano luego de haber aplazado su tour This is Not a Drill por la pandemia en 2020.
Miles de almas cantaron y se desgarraron la garganta sintiendo los éxitos del inglés, tanto en su paso como bajista de Pink Floyd como de solista.
El escenario en 360 grados estaba dividido en cuatro cuartos con pantallas que mostraban imágenes de ciudades destruidas por la guerra, pueblos y ciudades desoladas de gente caminando a la deriva. Así sonó Comfortably Numb, una canción del disco de The Wall que regularmente toca al final del show.
Pero Waters decidió iniciar con ella su concierto mientras la gente cantaba y grababa con sus celulares pese a la recomendación al inicio de no usarlos.
Así vino el paso a temas del disco The Wall como The Happiest Days of Our Lives o los clásicos Another Brick In the Wall parte 2 y 3.
We don’t need no thought control” se oía en el Palacio de los Deportes de la CDMX.
Así dio un salto a su etapa solista en el disco Radio K.A.O.S con The Power That Be con imágenes de los muertos por las guerras emprendidas por Estados Unidos, que iniciaron con la figura de Ronald Reagan y los mas de 30 mil muertos en Guatemala.
Así siguieron The Bravery of Being Out Of Range, en la que habló al español leyendo una carta sobre las injusticias en el mundo como la invasión a Dakota del Norte por parte de Black Snake.
La gente estaba enloquecida con el recital del británico al llegar a Have a Cigar del disco Wish You Were Here, pero el respetable enloquecería con el exitoso Wish You Were Here, del mismo álbum.
How, How I wish You Were Here… We’re just two lost souls swinging in a fish bowl, year after year…” retumbaba en todo el Domo de Cobre. Durante la canción, aparecían comentarios, en inglés, de cómo Roger conoció a Syd Barrett, el primer vocalista de la banda y que tuvo que abandonarla por su adicción a las drogas.
Siguieron, de manera más relajada, Shine on You Crazy Diamond, de la parte seis a la nueve. Y, a manera de homenaje a George Orwell, llego Sheep, del disco Animals, mientras se veían imágenes de algunos animales en pantalla y, desde luego, de una oveja.
Las imágenes sobre las injusticias humanas por parte de Estados Unidos, no se hicieron esperar, así como el inflable de una oveja volando en el inmueble de la Iztacalco.
Así llegó en intermedio alrededor de las 22:20 horas. Diez minutos después, y preparando el segundo acto, apareció el emblemático inflable de cerdo de los shows de Waters con la leyenda “Jode al pobre”.
Así llegaría la segunda parte del show. In The Flesh, de The Wall, preguntaba sobre si había gente queer o judía en el lugar, al igual que sucede en la cinta dirigida por Alan Parker, de los años 80.
Waters aparecía con lentes oscuros, gabardina y motivos de los emblemáticos martillos de la cinta alrededor de los brazos.
Aunque muy pocos siguieron la coreografía que es clásica en los shows de esa canción, el ánimo no cayó.
La crítica politica que hace Waters hacia algunos no es del agrado de todos.
Así pidió por la liberación de Julianne Assange y que caiga el patriarcado, las invasiones políticas, y derechos para los palestinos, para Yemen, para los indígenas: derechos humanos, mientas sonaba Déjà Vu, de su más reciente álbum para dar paso a Is This The Life We Really Want?