El 8 de marzo se conmemora el Día Internacional de la Mujer, una fecha que tiene sus orígenes en las luchas históricas de las trabajadoras por mejores condiciones laborales y derechos civiles. En 1908, miles de mujeres en Nueva York salieron a las calles exigiendo mejores condiciones laborales, reducción de la jornada de trabajo y derecho al voto, marcando un precedente en la lucha feminista.
En 1910, la activista Clara Zetkin propuso en la II Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas en Copenhague establecer una fecha para conmemorar las demandas de las mujeres obreras. Esta propuesta se materializó en 1911, cuando se celebró el primer Día Internacional de la Mujer en varios países europeos. En ese mismo año, un trágico incendio en la fábrica Triangle Shirtwaist en Nueva York, que mató a 146 mujeres trabajadoras, resaltó la necesidad urgente de cambios en las condiciones laborales.
A lo largo de las décadas, el 8 de marzo ha sido testigo de huelgas, movilizaciones y logros. En 1917, la huelga de mujeres en Petrogrado, Rusia, dio inicio a la Revolución de Febrero, que resultó en la caída del zar Nicolás II y la obtención del derecho al voto para las mujeres rusas. En 1975, la ONU oficializó el 8M como Día Internacional de la Mujer, uniendo a mujeres de todo el mundo en su lucha por la igualdad.
Desde la creación de leyes como la Convención de la ONU sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer en 1979, hasta movimientos recientes como #NiUnaMenos y #MeToo, el 8 de marzo sigue siendo un día de memoria y lucha. En México y otros países, las mujeres marchan cada año para exigir justicia, visibilizar la violencia de género y abogar por sus derechos, en un contexto donde la violencia feminicida, la desaparición forzada de mujeres y la violencia machista continúan siendo problemas urgentes.
El 8 de marzo no solo es un día de conmemoración, sino también un recordatorio de que la lucha por la igualdad y la justicia para las mujeres sigue siendo una tarea pendiente.