Dos “emprendedores” mexicanos enfrentan acusaciones por llevar a cabo un esquema Ponzi que resultó en la sustracción de 6,000 millones de pesos del Gobierno de México.
El periódico español El País, realizó una invvestigación que detalla que la UAA fue defraudada mediante este esquema por 213 millones de pesos, mientras que la Fiscalía del Estado por 66 millones de pesos.
Otras dependencias afectadas fueron el Fondo del Retiro de los Trabajadores de la Secretaría de Educación Pública (FORTE), SEGALMEX/LICONSA, el Instituto de Seguridad Social del Estado de México y Municipios (ISSEMYM) y el Instituto de Seguridad Social de los Trabajadores del Estado de Yucatán (ISSTEY).
Los empresarios emplearon un sistema de inversión fraudulento en el cual prometieron rendimientos significativos a los inversionistas. Lograron persuadir a numerosas personas, incluyendo al gobierno, de que estaban invirtiendo en proyectos comerciales legítimos y rentables; no obstante, en realidad, estaban utilizando los fondos de nuevos inversionistas para pagar los rendimientos prometidos a los anteriores, creando una falsa imagen de éxito financiero.
Los esquemas de Ponzi toman su nombre de Carlo Ponzi, un conocido delincuente de origen italiano que perpetró estafas en Estados Unidos durante la década de 1920. Sin embargo, su uso se remonta a épocas anteriores.
En lo que respecta a la ciberseguridad, es relevante tener en cuenta el ‘ranking’ de las estafas más comunes en línea. A menudo, se presentan esquemas Ponzi en los que una entidad (física o moral) promete atractivos rendimientos a los inversores, convenciéndolos fácilmente para que aporten su capital con la promesa de altos intereses. Los beneficios que se pagan provienen de las inversiones de nuevos participantes.
El ciclo continúa hasta que ya no se incorpora más dinero, lo que puede ocurrir debido a crisis, la falta de nuevos inversionistas u otras razones. En ese momento, el esquema colapsa y los afectados pierden sus inversiones.
Para protegerse de estos esquemas Ponzi, es esencial ser cauteloso ante rendimientos excesivamente elevados en comparación con las tasas del mercado, ya que estas ganancias desmesuradas son el anzuelo principal de los estafadores. Además, es crucial leer detenidamente los contratos y asegurarse de comprender los productos financieros en los que se invierte.