A diez años de aquel 13 de marzo de 2013 en el que el papa llegado “del fin del mundo”, como se autodefinió tras su elección, avanzó en su primer discurso la idea de una “Iglesia pobre para los pobres” y desde ese momento todos los esfuerzos de Francisco se han centrado en reformar la Santa Sede para hacerla más transparente y efectiva, idea que le ha generado más de un enemigo.
En aquel discurso, pedía acabar con la corrupción en la Santa Sede, con el centralismo vaticano y con la pederastia en el clero, Jorge Mario Bergoglio fue elegido en el cónclave tras la dimisión de Benedicto XVI, con el que mantuvo una inédita y no siempre fácil “convivencia papal” hasta su muerte el pasado 31 de diciembre.
Tras una década el Papa ha tenido logros significativos, uno de ellos es la reforma de la gestión de las arcas del Vaticano que habían sido objeto de enormes irregularidades, con la creación de la Secretaría de Economía, que gestionará todo el patrimonio inmobiliario y también los fondos que antes estaban a disposición de la Secretaría de Estado, el papa ha dado transparencia y sobre todo control a las cuentas, que finalmente también son públicas.
El pontífice argentino ha tenido claro que, uno de sus objetivos era la lucha contra la pederastia en el seno de la Iglesia y la escucha a las víctimas, y creó la Comisión Pontificia para la Protección de Menores.
Por casi 9 años, el papa junto con nueve cardenales trabajó para promulgar la nueva Constitución “Praedicate Evangelium” (Predicad el Evangelio) que reforma la administración vaticana y sus diferentes ministerios.
Francisco, además, está dejando su herencia con la elección de los cardenales que elegirán al nuevo pontífice, pues ha cambiado totalmente la distribución geográfica del colegio cardenalicio con muchos más representantes de países lejanos, de Asia y África, que no encontraban espacio en la Capilla Sixtina, y una menor representación de Europa y de Italia.
Francisco ha introducido un lenguaje nuevo en la iglesia católica que ha empezado a ocuparse de los más necesitados, de las “periferias existenciales”, término acuñado por Bergoglio y que resume la dirección de su magisterio. Del mismo modo se habla de la aceptación a los homosexuales y a los divorciados vueltos a casar, algo que hace algunos años era impensable.
Todos estos cambios han ocasionado que durante esta década de su pontificado, se hayan generado resistencias contra Francisco y los ultraconservadores muestren sin censura su oposición a cualquier decisión del pontífice.