Al pronunciar su discurso de Navidad la mañana de este 25 de diciembre, el Papa Francisco condenó la guerra insensata que golpea a Ucrania.
Pidió que nuestra mirada se llene de los rostros de los hermanos y hermanas ucranianos, que viven esta Navidad en la oscuridad, a la intemperie o lejos de sus hogares, a causa de la destrucción ocasionada por diez meses de guerra.
Antes de impartir la bendición Urbi et Orbi, desde el balcón central de la Basílica de San Pedro, el Santo Padre lamentó que existan cargas que imposibilitan ir a al encuentro del Niño Dios, como es el apego al poder, al dinero, la soberbia, la hipocresía, la mentira y los crudos vientos de guerra que continúan soplando sobre la humanidad.
Dijo que el Señor nos disponga a realizar gestos concretos de solidaridad para ayudar a quienes están sufriendo e ilumine las mentes de quienes tienen el poder de acallar las armas y poner fin inmediatamente a esta guerra insensata.
“Lamentablemente, se prefiere escuchar otras razones, dictadas por las lógicas del mundo. Pero la voz del Niño, ¿Quién la escucha?” Apuntó.