En el Panteón de la Cruz, en Aguascalientes, se encuentra la tumba del niño Chavita, conocida por ser un lugar de devoción para muchas personas que lo consideran milagroso y un amigo espiritual. Como muestra de agradecimiento o en busca de ayuda, los fieles le llevan juguetes, monedas y dulces, además de rezarle con fe.
Una peculiar tradición es escribir peticiones con plumón en su cripta, confiando en que serán cumplidas. Este sitio es visitado durante todo el año, pero recibe mayor afluencia alrededor del Día de Muertos, convirtiéndose en la tumba más concurrida del panteón y un símbolo de esperanza y conexión espiritual.