Anoche, en el estadio GNP Seguros, Paul McCartney ofreció un concierto lleno de magia y recuerdos que hizo vibrar a una multitud de fanáticos. En su primer concierto en la Ciudad de México, McCartney cautivó a jóvenes y veteranos por igual, llevando a todos a un viaje musical a través de su vasto legado, que abarca desde los tiempos de The Beatles hasta su carrera en solitario y con Wings.
Con un saludo en español, “¿Qué onda, chilangos?”, McCartney rompió el hielo y, con su característico carisma, se conectó rápidamente con el público mexicano. A los 82 años, el músico británico sigue demostrando por qué sus canciones siguen siendo inmortales, desde los himnos de los Beatles como Can’t Buy Me Love hasta las piezas emblemáticas de su etapa en Wings, como Let Me Roll It. Los asistentes, algunos de ellos testigos de la época dorada de la música pop, corearon con emoción cada uno de los temas, muchos de los cuales nacieron como melodías memorables, tal como lo relató el propio McCartney en su documental McCartney 3,2,1.
El concierto fue una celebración de la trascendencia musical de McCartney, un genio intuitivo que revolucionó la música pop sin necesidad de leer o escribir partituras, creando himnos que perduran hasta hoy. Con su inconfundible estilo, McCartney hizo que la audiencia se uniera en un solo coro, cantando canciones que, seis décadas después, siguen siendo un referente en la cultura popular.
Lo que una vez comenzó como un experimento musical con The Beatles, se ha convertido en un legado eterno, transmitido de generación en generación. Anoche, la Ciudad de México no solo fue testigo de un concierto, sino de una lección sobre cómo la música puede transformar el tiempo y el espacio, dejando una huella imborrable en los corazones de quienes la viven