El operativo en caso de fallecimiento está establecido desde hace décadas por el gobierno británico. Mientras tanto, la salud de la monarca mantiene en vilo a toda una nación.
La planificación de la muerte de la reina Isabel II existe desde hace décadas, en la cual los gobiernos y medios británicos tienen la responsabilidad de transmitir la noticia de manera rápida y respetuosa. La comunicación tiene que estar acompañada de un mensaje: “London Bridge está caído”.
La notificación sería enviada por la Press Association, la agencia de noticias británica más antigua de toda la nación.
A su vez, el Reino Unido decretaría nueve días de luto: durante los primeros ocho se realizarían las procesiones ante el féretro, mientras que en el noveno día el Big Ben sonaría su campana a las 9 de la mañana.
Dos horas después se daría paso al funeral en la Abadía de Westminster, el cual sería retransmitido mundialmente. El cadáver de la reina quedaría enterrado en el castillo de Windsor.