ESTOY ORGULLOSA DE SER UNA MUJER QUE DERRIBA MITOS SOCIALES: ALEXA GRASSO

En el mundo del deporte, Alexa Grasso aparece como un símbolo de ruptura. Hay un halo natural de ternura en los rasgos de la tapatía, son facciones que cumplen con los mandatos de una feminidad estereotipada que es ligada a la fragilidad. Toda esa aura se rompe en cuanto ella sube a un octágono, la mirada es feroz y hay un arrojo desmesurado para pelear como campeona mundial de peso mosca de artes marciales mixtas (MMA).

Estoy orgullosa de pertenecer a una nueva generación de mujeres fuertes, capaces e inteligentes de alcanzar lo que sea sin importar nuestra profesión, son las palabras que utiliza Grasso para revelar una esencia más profunda, la de una guerrera.

¿Acaso creen que en la antigüedad las mujeres no peleaban por comida o defender a sus hijos. ¡Claro que también lo hacían! Todos esos mitos eran un tema social, pero ahora podemos tomar decisiones. Cada vez damos mejores tiempos en atletismo, natación y otros deportes. Mi meta es ser un ejemplo y demostrar que podemos ser lo que queramos.

El éxito ha alcanzado a Grasso a sus 30 años de edad. La victoria en marzo pasado para arrebatarle el cetro mundial a la kirguís Valentina Shevchenko fue el trampolín hacia la cima, desde entonces el camino ha sido de gloria al revalidar el título y ser reconocida como la mejor peleadora del año.

Los contrastes de la apariencia de Grasso en el octágono y en la vida cotidiana son sorprendentes y al mismo tiempo borran estigmas de este deporte. Si en las contiendas la bravura pareciera su esencia, fuera de un ring su carácter es afable, hay una simpatía innata en sus ademanes y voz aterciopelada.