Los ciudadanos de Chile rechazaron contundentemente un proyecto de Constitución escrito sin contrapesos por el ultraconservador Partido Republicano, con el respaldo de la derecha tradicional, y que ahondaba la institucionalidad neoliberal vigente, un desenlace que en lo inmediato pone término al debate constitucional, tras el fracaso de dos procesos desde 2019.
Con 99.3 por ciento del escrutinio, el “a favor” obtenía 44.24 por ciento de los sufragios (5 millones 443 mil 201), mientras que la opción “en contra” alcanzaba 55.76 por ciento (6 millones 860 mil 719), con una participación de 81.4 por ciento. De las 15 regiones del país, solo en tres ganaba por mínima diferencia “a favor”.
La victoria del “en contra” pareció clara apenas iniciado el escrutinio, estableciendo una ventaja de ocho puntos que fue progresivamente ampliándose al punto que, una hora después trascendió que el comando del “a favor”, desmontaba el escenario callejero que había preparado para celebrar una hipotética victoria.
Para la centro izquierda, incluida la presidencia de Gabriel Boric, se trata de un bálsamo y un alivio luego de la aplastante derrota que sufrió en septiembre de 2022, cuando el proyecto radical escrito por las fuerzas progresistas entonces mayoritarias, fue rechazado por 68 por ciento de los electores. Se trata también de un respiro ante el avance arrollador de la ultraderecha y, sobre todo, una oportunidad para que el gobierno de Boric retome cierta iniciativa política.