En plena guerra contra Hamás, el proceso por corrupción del primer ministro israelí Benjamin Netanyahu se reanudó en Jerusalén, casi dos meses después de haber sido suspendido por el ataque sorpresa del movimiento islamista palestino el 7 de octubre.
Benjamin Netanyahu, de 74 años, está acusado de corrupción, fraude y abuso de confianza en tres casos distintos; unos cargos que él rechaza.
En el caso que examinará de nuevo el tribunal de Jerusalén, Netanyahu habría intentado conseguir una cobertura favorable por parte del portal de información Walla a cambio de favores gubernamentales que podrían haberle reportado cientos de millones de dólares a Shaul Elovitch, que era jefe de ese medio y del principal grupo de telecomunicaciones israelí, Bezek.
En otro caso, es sospechoso de haber recibido regalos por valor de casi 200 mil dólares por parte de acaudaladas personalidades. El político habría recibido las dádivas, en forma de puros, botellas de champán y joyas, entre 2007 y 2016.
A cambio, Netanyahu habría promovido una disposición fiscal que le habría ahorrado a Arnon Milchan millones de dólares. El Ministerio israelí de Finanzas había opuesto su veto a esta figura fiscal.
Netanyahu afirma que apenas aceptó regalos de amigos, sin haberlos pedido, y dice que está siendo víctima de una “caza de brujas”.