A lo largo de numerosos siglos, incluso en la Edad Media, el baño fue una práctica habitual, sobre todo entre gente procedente de las altas clases sociales. Se introducían en grandes tinajas de madera, a menudo dos o tres personas e incluso llegaban a hacerlo hombres y mujeres juntos. También era habitual que comieran o bebieran dentro de las propias tinas, que se tapaban con una sábana para que no escapara el calor.
A lo largo de la historia, el baño se ha usado de manera religiosa o mágica que implica el uso de agua para sumergir o ungir el cuerpo de un sujeto.
Para atraer lluvia, por ejemplo, los Zande de África Central vertían agua sobre una persona acusada de retrasar o evitar la lluvia. En comparación, la mikve hebrea buscaba la purificación ritual mediante el uso de cantidades y tipos de agua determinados. El lavado de pies cristiano que significa humildad, tuvo lugar tradicionalmente en la Iglesia primitiva el Jueves Santo.