Con tan solo 26 años de edad, Joaquín tiene que enfrentar la discriminación y los estigmas que sufre por su apariencia física, pues por estar cubierto de tatuajes le es difícil conseguir un trabajo, y para poder sacar adelante a sus hermanitos se dedica a limpiar vidrios en los cruceros.
Lo que llevó a Joaquín a trabajar en los semáforos del Primer y Segundo Anillo de la ciudad fue la necesidad, pues cuando su madre se quedó sin trabajo él tuvo que hacerse responsable de ella y de sus hermanos menores.
Pese a que está buscando la manera de salir delante de una forma honesta, por su apariencia física ha recibido incontables desprecios por parte de las personas cuando quiere acercarse a limpiar los vidrios de sus coches, pues le cierran las ventanas o lo ven mal.