Carlos, uno de los boleros que se ubican a espaldas de la Excedra, tienen tan solo 34 años de edad y nos comentó que su puesto para bolear zapatos ha pasado de generación en generación, pasando de su abuelo a su padre y de su padre a él.

Carlos dice que lleva 10 años boleando zapatos en el centro de nuestra ciudad en un pequeño puesto que tiene el cual menciona que es una herencia familiar.

Todos los días desde las 8 de la mañana empieza atender a sus clientes pero él se prepara para recibirlos desde las 7:30 am.

Menciona que la concurrencia de clientes ahora no es tanta pero aún así poco a poco van llegando personas a su lugar de trabajo.

Si usted tiene oportunidad de lustrar si calzado en uno de estos pequeños negocios, hágalo, verá que será un beneficio mutuo, mientas usted lucirá sus zapatos impecable, los boleros podrán conservar su actividad y fuente de ingreso familiar.