En los últimos días ha trascendido que la policía de Australia, ha abierto unas oficinas en México luego de que se detectaran un incremento de cargamentos escondidos en máquinas de construcción, latas de frijoles y cajas de legumbres.
Los elementos de la Fuerza Fronteriza de Australia conocen de memoria una regla no escrita en el manual de procedimientos criminales en los principales puertos marítimos de Oceanía: “si una carga proviene de México,se le debe apartar y revisar minuciosamente”. Lamentablemente la experiencia les dice que si manos mexicanas tocaron la paquetería, probablemente los brazos pertenecen a cárteles de las drogas.
Ta es el caso de una prensa hidráulica que llegó al puerto de Nuevo Sur Wales en Sidney procedente de México, el pasado mes de abril, con la premisa conocida, los agentes australianos llevaron esa pesada herramienta a un lector de rayos X y se dieron cuenta de que la densidad del acero de la prensa hidráulica era anormalmente grueso, como si el fabricante hubiera levantado paredes para ocultar algo en el interior.
Por lo que proedieron a desarmar el artefacto y descubrieron la carga oculta: 79 paquetes esféricos con metanfetaminas en polvo que, en total, pesaban 300 kilos.
Dicho decomiso fue celebrado por autoridades australianas como el más reciente golpe al crimen organizado mexicano: la droga representó una perdida para algún capo de 273 millones de dólares. Sin embargo, más que golpe fue un rasguño, si se compara con los 10.3 mil millones de dólares que cada año gastan los australianos en drogas, según la Comisión de Inteligencia Criminal de aquel país.